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La fuerza del recuerdo

El olor de los lirios siempre le había gustado. Impregnándose de su aroma, que le traía tantos recuerdos, comenzó a decirle lo que tanto tiempo guardó: -¿Te acuerdas de aquellos días en la casa del campo? Yo siempre evoco el momento en el que, paseando por el río, no se me ocurrió otra cosa que coger una piedra y, al tirarla, caer detrás. La verdad es que era un trasto. Seguro que no entiendes cómo he conseguido ser ahora tan “normalita”, tan organizada, teniendo en cuenta el desastre que era de pequeña. Un verdadero peligro, que desarrollaba su creatividad pintando con colores las paredes de la cocina y los cajones del salón. Aburrimiento, lo que se dice aburrimiento, no teníais conmigo. Ahora me doy cuenta del poder de estos recuerdos. Como siempre, la música le acompañaba. Últimamente, era su único consuelo para intentar callar esa voz que, cuantas más cosas susurraba, más le impedía respirar. Ya llevaba horas y horas de terapia y al final lo único que necesitaba y jamás

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